Millones de personas dependen del anticoagulante warfarina para evitar que se formen coágulos en la sangre. Es una droga importante, pero difícil de usar. Un problema con la warfarina (Coumadin, Jantoven, genérico) es que interactúa de maneras potencialmente dañinas con otros medicamentos. Dos tipos problemáticos son los antibióticos y los agentes antimicóticos. Como escribimos en la edición de junio de la Carta del Corazón de Harvard, esto no es solo un problema con las píldoras, sino que también puede ocurrir con ungüentos, cremas y supositorios.
La warfarina interfiere con la capacidad de las células sanguíneas llamadas plaquetas para pegarse unas a otras. Es un primer paso importante en la formación de coágulos. Estos coágulos pueden provocar ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y otros problemas de salud dañinos o mortales. Las personas propensas a la formación de coágulos de sangre incluyen a las que tienen un problema del ritmo cardíaco llamado fibrilación auricular, cualquier persona con una válvula cardíaca artificial, aquellas que han tenido coágulos de sangre en una pierna (trombosis venosa profunda) o en el pulmón (embolia pulmonar), y otras.
Agregar un antibiótico como cotrimoxazol, cefalexina o penicilina, o un medicamento antimicótico como itraconazol o ketoconazol encima de warfarina puede aumentar la capacidad anticoagulante de la warfarina. Esto aumenta el riesgo de sangrado interno o sangrado sostenido después de una lesión.
Entre las personas que toman warfarina y uno de estos medicamentos, «el riesgo de sangrado gastrointestinal aumenta, y un golpe en la cabeza podría convertirse en una hemorragia en el cerebro», dice el Dr. Tejal Gandhi, profesor asociado de medicina en la Escuela de Medicina de Harvard y experto en seguridad de medicamentos para pacientes ambulatorios.
Controles de seguridad
Debido a que es difícil predecir cómo un medicamento antibiótico o antimicótico afectará a la warfarina en un individuo, es importante trabajar de manera más estrecha con los proveedores de atención médica en esta situación.
Si toma warfarina y desarrolla una infección para la que uno de sus médicos le recete un antibiótico o un medicamento antimicótico, dígale a ese médico que está tomando warfarina. También informe al médico o al personal de enfermería que supervisa su warfarina sobre el nuevo medicamento. Luego, asegúrese de que uno de estos profesionales de la salud verifique cuánto tiempo tarda la sangre en coagularse (una prueba llamada INR). Si indica que la sangre tarda demasiado en coagularse, es posible que se necesite una dosis más pequeña de warfarina.
(Haga clic aquí para leer el artículo completo en la Carta del Corazón de Harvard de junio de 2012.)