Dentro de nuestra rodilla, existe una estructura muy importante llamada menisco. El menisco es una estructura en forma de C que consiste en un material resistente pero flexible llamado fibrocartílago que ayuda a absorber los golpes, así como a estabilizar la articulación de la rodilla. El menisco también tiene un rico suministro de sangre, que ayuda a nutrir el cartílago articular.
Un gran porcentaje de nuestro peso corporal se distribuye a través del menisco cuando nos movemos. Los desgarros de menisco son una lesión bastante común, especialmente en atletas que realizan actividades que requieren torsión y compresión. Dicho esto, uno no tiene que incurrir en una caída importante o torsión extrema para rasgar su menisco. Puede ocurrir mientras corres o simplemente levantarte de una posición en cuclillas. Además, a medida que envejece, su menisco se vuelve más desgastado, lo que aumenta el riesgo de lesiones. Algunos individuos incurren en lágrimas gradualmente durante un largo período de tiempo.
Los atletas con meniscos desgarrados también pueden tener una lesión en el ligamento del crucito anterior (LCA).
Síntomas de desgarro de menisco
Si se somete a un desgarro de menisco agudo, es posible que escuche un «estallido» o sienta un desgarro o rasgón en la rodilla. La hinchazón generalmente ocurre en unos pocos minutos a un par de horas. En lesiones menos agudas, es posible que no se presente hinchazón. Es posible que la rodilla se sienta atrapada durante el movimiento o como si estuviera «fuera de lugar».
Es posible que sienta sensibilidad en la línea de la articulación, pero muchas personas continúan caminando o practicando su deporte con un desgarro meniscal. Sin embargo, sin tratamiento, un fragmento del menisco puede aflojarse y derivarse hacia la articulación, haciendo que se resbale, reviente o se bloquee.
Si cree que puede estar sufriendo un desgarro de menisco, se recomienda consultar a un médico de inmediato para recibir tratamiento. El cirujano ortopédico puede recomendar una resonancia magnética para determinar el tipo y la ubicación exacta de la lesión.
Opciones de tratamiento
El tratamiento inicial de un desgarro de menisco suele ser no quirúrgico y puede incluir reposo, hielo, compresión y elevación. Se pueden recomendar medicamentos antiinflamatorios no esteroideos para el dolor. El menisco tiene un rico suministro de sangre, por lo que existe el potencial de que se cure por sí solo, especialmente si se ha producido un pequeño desgarro en el borde exterior.
Si el desgarro no se cura, es posible que necesite cirugía. Dependiendo de la lesión, el cirujano puede realizar artroscopia, un enfoque mínimamente invasivo, para reparar el daño.
Después de la cirugía, puede usar un yeso o un aparato ortopédico para inmovilizar la rodilla. Por lo general, se recomienda una rehabilitación coordinada antes de reanudar la actividad regular.