Uno de los que promovió este interés fue John Howard, quien durante su vida realizó una extensa gira y estudio de las prisiones en Gran Bretaña y en el continente.
Mejorar las condiciones
En 1774, su testimonio ante un comité de la Cámara de los Comunes condujo a dos leyes que apuntaban a mejorar las condiciones en las cárceles. Sus escritos publicados sobre el tema fueron ampliamente leídos y sus relatos detallados de condiciones inhumanas causaron consternación.
Abogó por un sistema de prisiones controladas por el Estado en el que el régimen fuera duro, pero el medio ambiente saludable. En 1779, la Ley Penitenciaria autorizó la construcción de dos prisiones de acuerdo con sus propias teorías.
Abogó por un régimen de aislamiento, trabajos forzados e instrucción religiosa. El objetivo del encarcelamiento, a su juicio, es la reforma y la rehabilitación, no sólo el castigo.
Diseño de la prisión
Aunque los planes establecidos en la Ley Penitenciaria nunca se llevaron a cabo, las ideas y propuestas de Howard fueron tomadas por otros.
En 1785 Sir George Onesiphorus Paul, un caballero y magistrado de Gloucestershire, obtuvo una Ley del Parlamento para construir una nueva cárcel en Gloucester.
El edificio de la prisión terminado se consideró un modelo de su tipo, que incluía celdas individuales, separación de diferentes clases de reclusos, atención médica, instalaciones para hacer ejercicio e instrucción religiosa.
Nuevas prisiones
Durante los siguientes 40 años se llevaron a cabo iniciativas similares en muchos otros condados. Se obtuvieron leyes locales del Parlamento que permitían a los magistrados construir nuevas e imponentes prisiones en sus respectivos condados.