«No solo por éstos pido, sino también por los que creerán en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, para que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.»
– Juan 17: 20-21
Como hemos señalado, la Oración del Sumo Sacerdote de Jesús presenta tres secciones. En la primera sección, Jesús ora por Sí mismo (Juan 17: 1-5). En la segunda sección, Jesús ora por Sus primeros discípulos, aunque mucho de lo que Él ora se aplica a Sus discípulos en cada generación (vv. 6–19). En la sección final, Jesús ora por aquellos que creerán en Él a través de las palabras de Sus discípulos originales (vv. 20–26). Ora por aquellos discípulos que no lo vieron durante Su ministerio terrenal, pero que dependen del testimonio de los discípulos que lo hicieron. En otras palabras, ora por nosotros.
Antes de considerar lo que Jesús ora con respecto a nosotros, notemos dos cosas acerca de Su oración por aquellos que creerán en Él a causa del testimonio de Sus primeros discípulos. Primero, al distinguir a Sus primeros discípulos de aquellos que escuchan y creen en sus palabras, Jesús establece una diferencia categórica entre los primeros discípulos y los cristianos posteriores. La diferencia no está en términos de los beneficios de la salvación, porque somos coherederos de la gracia con los primeros discípulos. La diferencia es de autoridad. Las palabras de los Apóstoles tienen una autoridad única en la iglesia que las palabras de otros líderes cristianos a lo largo de la historia no tienen ni pueden tener. El testimonio de los Apóstoles nos lleva a la fe; el resto de nosotros solo señalamos ese testimonio y lo compartimos fielmente con los demás. En última instancia, esto significa que el Nuevo Testamento—el testimonio Apostólico escrito—es, junto con el Antiguo Testamento, nuestra única autoridad infalible para la fe y la práctica.
Segundo, que Jesús ore por aquellos que creerán a través del testimonio apostólico implica que la misión apostólica tendrá éxito. La gente llegará a la fe en Jesús. Nuestro Señor no nos dejó con la tarea de discipular a las naciones (Mat. 28, 18-20) como si fuera algo incierto. No, Su evangelio saldrá y convertirá a las naciones (Hab. 2:14). Por lo tanto, nosotros, que nos unimos a esta misión de hacer que los discípulos de cada tribu y lengua participen en la tarea más grande y segura jamás dada a la humanidad.
¿Por qué ora Jesús con respecto a nosotros? Nuestra unidad. Esta unidad no elimina todas las distinciones, porque está modelada en la unidad del Padre y el Hijo que, aunque uno, también son distintos (Juan 1:1). Además, esta unidad está arraigada en la verdad. No nos convertimos en uno al estar de acuerdo en estar en desacuerdo en asuntos esenciales, sino al ser santificados en la verdad y llevar esa verdad a todas las naciones (17:17-19). Si hacemos eso, el mundo va a creer que Jesús revela al Padre (v. 21).
Coram Deo
La unidad por la que Jesús ora en el pasaje de hoy no es una unidad organizativa o burocrática. En cambio, Jesús está orando por la unidad en la verdad, el amor y la misión, así como Él y Su Padre están unidos en la verdad, el amor y la misión. A medida que los cristianos se unan en torno a la verdad, se amen unos a otros y trabajen juntos para hacer discípulos, el mundo sabrá que Jesús es la revelación completa del Padre.
Pasajes para el Estudio Adicional
Salmo 133:1
Ezequiel 37:15-28
1 Corintios 1:10-17
Efesios 4:1-5