La compañía casi de inmediato comenzó a usar una variedad de técnicas despiadadas para adquirir o destruir competidores y «consolidar» la industria.
(1) Subcotización temporal de los precios de los competidores hasta que éstos cesaron o se vendieron a Standard Oil.
(2) Comprar los componentes necesarios para fabricar barriles de petróleo a fin de evitar que los competidores entreguen su petróleo a los clientes.
(3) Utilizar su gran y creciente volumen de envíos de petróleo para negociar una alianza con los ferrocarriles que le otorgaron descuentos secretos y, por lo tanto, redujeron sus costos efectivos de envío a un nivel muy inferior a las tarifas cobradas a sus competidores.
(4) Comprar en secreto a los competidores y luego hacer que los funcionarios de esas compañías espíen y avisen por adelantado de los acuerdos que están planeando otros competidores.
(5) Comprar en secreto o crear nuevas empresas relacionadas con el petróleo, como empresas de oleoductos e ingeniería, que parecían ser operadores independientes pero que otorgaban descuentos ocultos a Standard Oil.
(6) El envío de matones que utilizaron amenazas y violencia física para disolver las operaciones de competidores que de otro modo no podrían ser persuadidos.
El asombroso éxito de Standard Oil animó a otros a seguir el modelo de negocio de Rockefeller, particularmente en las florecientes décadas finales del siglo XIX. Los fideicomisos se establecieron en cerca de 200 industrias, aunque la mayoría nunca se acercaron a Standard Oil en tamaño o rentabilidad. Entre los más grandes estaban los ferrocarriles, el carbón, el acero, el azúcar, el tabaco y el envasado de carne