El Intihuatana, que en quechua significa «lugar donde se ata el sol», es uno de los mayores misterios de la cultura inca debido a que, no se conoce el propósito exacto de esta piedra. Se encuentra en una de las terrazas del templo de las tres ventanas en el santuario de Machu Picchu y es un monolito tallado y pulido en varios planos, con forma de prisma y sus cuatro vértices indican los cuatro puntos cardinales.
según estudios anteriores, se dice que fue un observatorio del año solar, que pudo establecer los solsticios y equinoccios, así como una parte central e indispensable de un complejo sistema de mediciones astronómicas que sirvió en los Incas para determinar el comienzo y el final del año agrícola, cumpliendo una función tanto social como religiosa.
Sin duda este enigmático monolito atrae la admiración de miles de visitantes que viajan para ver el magnífico santuario de Machu Picchu. Posan sus manos o se acuestan sobre esta escultura irregular, sintiendo una extraña energía, una fuerza inexplicable que emerge de cada uno de sus cuatro bordes.
Origen del Nombre
Para los arqueólogos que estudiaron las ruinas desde 1877, el término se usó para denotar las piedras talladas Intihuatana en general. Sin embargo, esto no es para la tradición quechua, ya que el nombre que los cronistas españoles recogieron para este tipo de trabajo fue el término «saywa» o «sukhanka».
Luego otros estudios, cuando se descubrió su papel en la concepción astrológica de los Incas, se entendió que al iluminar el sol en el centro de la escultura se proyecta una sombra, que era instrumentos astrológicos precisos como el tiempo con respecto a la posición del sol en el espacio.
¿Para qué fue útil?
Las celebraciones más importantes del Imperio Inca se determinaron de acuerdo con la medición de las sombras de Intihuatana, marcando con precisión el solsticio de invierno, que dio inicio a las celebraciones de IntiRaymi, el Festival del Sol: la ceremonia religiosa y social Inca.
En este evento, se realizaron varios rituales para pedir al sol que no los abandonara durante el período agrícola, para garantizar el apoyo de su gente. Por lo tanto, deben atarlo simbólicamente al Intihuatana. Para lograr esto, el sumo sacerdote oficiaba una ofrenda ritual pública al Sol y con sus manos fijaba su sombra en la piedra.
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