Los cálculos renales afectan a aproximadamente el 5 por ciento de los estadounidenses cada año. Mount Sinai ofrece atención experta para diagnosticar y tratar esta afección. Ayuda a comprender los síntomas, las causas y los enfoques para la prevención de los cálculos renales.
Síntomas
Es posible que no se dé cuenta de inmediato de que tiene un cálculo renal. Cuando el cálculo todavía está en el riñón, es posible que no lo sientas. Si el cálculo es muy pequeño, es posible que pueda moverse a través del tracto urinario y salir del cuerpo con orina, sin causar ningún problema.
Sin embargo, cuando un cálculo viaja a su uréter (tubo que va desde el riñón hasta la vejiga), es probable que sienta síntomas. Los cálculos renales a veces se consideran «el gran imitador» porque sus signos y síntomas son muy similares a la apendicitis, las afecciones ováricas o testiculares, la gastritis y las infecciones del tracto urinario. Es posible que no sienta dolor en los riñones; es posible que lo sienta en otro lugar, debido a los patrones de derivación de dolor.
Los signos y síntomas más comunes de los cálculos renales incluyen:
- Ardor al orinar
- Dolor en el costado (por ejemplo, dolor en el costado del abdomen, hacia la espalda)
- Micción frecuente y/o urgente
- Dolor en la ingle
- Náuseas y vómitos
- Dolor en los testículos
- Dolor que recubre la vejiga
- Infecciones recurrentes del tracto urinario
- Sangre visible o microscópica en la orina (hematuria)
Los síntomas pueden ser de leves a graves e implacables. El dolor clásico de cálculos renales a menudo se conoce como «cólico», lo que implica que el dolor va y viene. En realidad, el dolor de cálculos renales puede ser constante y severo y hacer que sea extremadamente difícil encontrar una posición cómoda.
Causas
A menudo, los cálculos renales no tienen una causa singular. Múltiples factores pueden causar la formación de cálculos renales, incluidos problemas genéticos, ambientales, dietéticos y médicos. Entre los factores más importantes se encuentran:
- Suplementos de calcio
- Ciertos medicamentos (como topiramato y furosemida)
- Deshidratación
- Diabetes
- Enfermedades que causan acidosis metabólica
- Antecedentes familiares de enfermedad por cálculos, generalmente solo en el caso de cálculos de cisteína
- Bypass gástrico o cirugía de banda laparoscópica
- Enfermedades gastrointestinales (como colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn)
- Hiperparatiroidismo
- Vivir en áreas geográficas con alta incidencia de enfermedad por cálculos renales
- Sarcoidosis